PENETRAICIÓN DE LA INVAGINACIÓN
::MI HISTORIA::


sábado, mayo 13, 2006

REMEMBRANDO AQUEL TRISTE 10 DE FEBRERO

En la tarde, lo tendió de espaldas en el computador, desnudo. Empezó a husmear su piel con angustia. Recorrió el cuerpo y después las ropas. el sombrero, sus zapatos, sus armas, sus líneas, hasta que en algún instante apareció el atisbo de olor de macho enemigo.

El pequeño aspira y respira el codo de la camisa que en la penumbra oscura de una tarde sin lluvia es un fantoche de monje anémico ¿cuál sería el perfume del extraño, cuál su textura, su piel, su tamaño? ¿Habría derretido con sus toques el rastro que su piel había impreso en él? Son instantes de profundo dolor cuando el hombre sin nombre está bajo el dintel de la prueba definitiva, aferrándose a una última esperanza de terror. ¿No será acaso el sudor de éxtasis que el principe monto el viernes?

Desolado, desnudo, dependiente, herido y jadeante ahora no tenía más salida que anonadarse en la búdica extinción que le ofrecía la caja llamada encantadina. Él, hondamente carnal, dominado por la categoria teologal del tomismo catequístico, trataba de no conceder importancia al dialte de los cuerpos y de los deseos del ser interior que le había tocado. Lo trataba con cierta indulgencia y la debida desatención que se dedica a los animales domésticos. Los cuerpos se le escapaban traviesamente. Había que dejarlo hasta que se calmase. Era como un caballo desbocado. Impúdico, incontrolable pero tambièn intranscendente.

La realidad, entonces, no podía incluir en sus elevadas categorias de deseo, el torbio socavón del instinto humano pequeño. Nada era <>. Sodoma gobernaba desde el fondo de la caverna del tiempo de aquellos delirios sistemicos que busaban de él desde su pensamiento carnal. El erotismo que los unio fue total, y los lobos lo supieron -por impulso intuitivo- para atarlo a la exclusividad genital como ocurrió antes con el pequeño. Fue por este impulso realmente sagrado que se negaron, antes del día de despido. El día de viaje el Príncipe tomo sus recuerdos y sus caricias y después de forrarlas en una bolsa de seda gotica, los separa del texto de su cuerpo. Al tiempo los botaría de la madera delgada cin un agujero para permitir estrictamente el paso del masculino lingam.

Cerrada la pareja del pequeño y la madera delgada en el doble ferétro -que era rigor entre costumbres viejas y miedos presentes- se encendio un cirio y se leía las letanias olvidándose del cántico del difunto. De este modo el príncipe noble accedió a la carne consciente de la vanidad del placer, de lo pasajero del sexo en su cuerpo y de la evidencia de un sufrimiento que se avecinaría sobre su mente.

Con rigor casi quirurgico la còpula quedo centrada en el plano crudamente genital. Mo se obvio así el entrepernamiento, la confusión de humedades y de lenguas, la acción provocatoria de las manos, la infusión oral, la visión de los cuerpos y otras <>, según el lenguaje de los consejeros espirituales de la época.

Los sexos, como dos hijos bastardos perdidos en un desierto. Cortados de todo enraizamiento afectivo y de toda logistica erótica, se encontraban en los sarcophegos diamur con una furía efimera. Pronto languídecian como perejil sin agua al carecer de ese básico protoplasma de cariño e incitación donde hubieran encontrado la fuerza para renacer. El pequeño y el príncipe, aventurados por dos caminos en el infinito de sus cuerpos amados y en implacable guetrra, son devueltos de la tierra al cielo, caen desde la boba metafisica al misterio de la realidad.


Posted by nohequ :: 10:55 a. m. :: 0 COMENTARIOS:

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