Siempre estaré ahí cuando lo necesites, no importa la hora, ni el lugar. Me gustaría que fueras más que un amigo pero sé que buscas un prototipo de hombre que aunque quisiera no podría competir. Pero espero que siempre recuerdes que estaré a tu lado para siempre, como una estrella en el cielo que con su voz te cuida.

Creeme que no te olvidaré, porque es difícil borrar el sabor de unos labios tan tiernos como los tuyos, y aunque sólo ocurrió pocas veces, causaron tanto en mí que no hay crepúsculo o amanecer que borre aquel momento mágico que nos envolvió esa tarde.

No quiero ser más lo que siempre he sido en la vida. Una sombra del desamor: de un amor prohibido o no merecido, de la resignación de los hombres que no alcanzan a conocer el paraiso, el cual aunque existe después de la muerte, en la tierra, se encuentra con la tan anhelada media naranja.

Cada día que pasa miro al horizonte. Me encuentro con el sol que se levanta en la laguna de mis sueños informando al pequeño la llegada del crepúsculo y con él la luna que me recuerda que tú estás en un rincón de Colombia esperñandome.

Siento miedo de no encontrarte. Miro al cielo y me encuentro la primera estrella. Respiro hondo y me lleno de consuelo al saber que en esta vida y en la otra llenarás mi corazón de felicidad porque en el destino está escrito que tú y yo somos el uno para el otro.